martes, 20 de diciembre de 2011

:: La sabiduría de un árbol ::



Si lo piensas bien, estaría bien ser un árbol…


…Cuando el invierno llega y se caen las hojas, quedando el tronco al desnudo frente a las inclemencias del tiempo, el árbol se deja llevar y no se aferra a sus queridas hojas, porque sabe que han cumplido su función y que pronto saldrán otras nuevas tan bellas o más que las anteriores…

…El árbol permite que muchos otros seres moren en él: pájaros que fabrican sus nidos en las ramas, orugas que se deslizan por su corteza, hormigas que trepan por su tronco en busca de alimento… Tiene sitio para todos y los acepta como un buen anfitrión. Incluso cuando el pájaro carpintero martillea con su pico en la corteza, el árbol no se enfada, porque sabe que es su naturaleza hacerlo…

…Si te pones delante de un árbol y empiezas a insultarlo, el árbol no reaccionará, porque no se identifica con ninguna de tus palabras… Seguirá allí postrado, ofreciéndote su sombra aunque no seas consciente de ello…

…Por mucho que el viento sople, el árbol se mantendrá firme en su sitio, porque tiene unas buenas raíces que le ayudan a aferrarse a la Tierra… Le ha llevado muchos años elaborar unas raíces tan gruesas y resistentes, por eso puede estar seguro de que no le fallarán cuando las necesite…

…Aunque el árbol absorbe la luz del sol, el agua y los nutrientes para alimentarse, con el oxígeno que expulsa constantemente alimenta a todo el planeta… Podríamos decir que es la mayor ONG de la Tierra…

…Incluso si lo arrancas de la tierra y lo cortas en pedazos, haciendo añicos en minutos lo que le ha llevado décadas construir, la leña que obtengas de su tronco seguirá calentándote en invierno o podrás hacer muros con ella para levantar tu casa si lo necesitas… Incluso muerto, el árbol sigue siendo útil a otros seres…


…Si los árboles pudieran hablar, su sabiduría cambiaría el rumbo de la humanidad.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

miércoles, 9 de noviembre de 2011

:: Mente y compasión ::

Os dejo una entrevista que realizó Eduard Punset a Matthieu Ricard, biólogo y monje budista, en el programa Redes. En ella hablan de la compasión innata de los seres humanos y de cómo entrenar la mente para ser más felices y hacer más felices a los demás :)





jueves, 20 de octubre de 2011

:: Vivir mejor con menos ::



Se encontraba un turista norteamericano paseando por una playa mexicana cuando vio a un lugareño tumbado sobre la arena, tomando plácidamente el sol.
El turista extranjero se acercó hasta él y pronto entablaron conversación. Después de hablar durante varios minutos de temas banales, el hombre norteamericano le preguntó:
“¿Y usted a qué se dedica?”
El mexicano le contestó: “Pues yo soy pescador”.
“Vaya, un trabajo duro”, dijo el turista, “Debe trabajar muchas horas”.
“Pues sí, unas cuantas”, respondió el lugareño. “Trabajo dos horas al día”.
El norteamericano, habituado a trabajar una media de ocho horas todos los días, se quedó perplejo ante lo poco que trabajaba aquel buen hombre.
“¿Y qué hace el resto del día”, le preguntó el turista.
“Pues mire, por la mañana me levanto tarde. Voy a pescar durante unas dos horas. Cuando acabo, juego un rato con mis hijos. Como, y después me echo la siesta con mi señora. Cuando me levanto ya casi al atardecer me voy al bar y tomo unas cervezas con mis amigos”.
“¿Y por qué no trabaja más horas?”, le preguntó el turista.
“¿Y para qué?”, respondió el mexicano.
“Si trabajase más horas, podría comprarse un barco, y así conseguiría pescar un mayor número de peces”.
“¿Y para qué?”
“Si ganase más dinero, podría contratar a pescadores asalariados que lo ayudarían en su labor”.
“¿Y para qué?”
“Porque así ganaría mas dinero, y podría abrir una manufactura de pescado”.
“¿Y para qué?”
“Con eso sus ventas aumentarían muchísimo, y podría abrir nuevas sedes en países vecinos”.
“¿Y para qué?”
“Su empresa podría llegar a convertirse en una multinacional, y con el tiempo sus acciones entrarían en bolsa”.
“¿Y todo eso para qué?”
“Bueno, cuando se jubilase a los 65 años, podría levantarse tarde, jugar con sus hijos, echar la siesta con su señora, tomar cervezas con sus amigos…”.


Historia narrada por el profesor Carlos Taibo Arias, de la Universidad Autónoma de Madrid, durante las Jornadas sobre Decrecimiento en Zaragoza (2011)

sábado, 27 de agosto de 2011

:: Un hombre sabio ::



Había una vez un discípulo de un filósofo griego al que su maestro le ordenó entregar dinero durante tres años a todo aquel que le insultara. Una vez superado ese período de prueba, el maestro le dijo: “Ahora puedes ir a Atenas y aprender sabiduría”. Cuando el discípulo llegó a Atenas vio a un sabio sentado a las puertas de entrada de la ciudad que se dedicaba a insultar a todo el que entraba y salía. También insultó al discípulo, que se echó a reír. “Por qué te ríes cuando te insulto”, le preguntó el sabio. “Porque durante tres años he tenido que pagar por esto mismo y ahora tú me lo ofreces gratuitamente”, contestó el discípulo. “Entra en la ciudad –le dijo el sabio-. Es toda tuya…”


El arte de la felicidad. Un nuevo mensaje para nuestra vida cotidiana,
Dalai Lama con Howar C. Cutler

viernes, 8 de julio de 2011

:: La fábula del colibrí ::



Un gran incendio asolaba el bosque y todos los animales huían despavoridos para salvar su vida. Todos, menos un pequeño colibrí, que iba una y otra vez al lago, llenaba su pico de agua y la dejaba caer sobre el fuego.
Un lagarto, intrigado por este comportamiento, se dirigió al avecilla:
–Colibrí, ¿tú estás loco? ¿Acaso crees que vas apagar el incendio arrojando unas cuantas gotas de agua sobre el fuego?
A lo cual replicó el colibrí con toda serenidad:
–No sé si voy a apagar el incendio, pero yo hago mi parte.

Autor anónimo

:: ¿Quién lo decide? ::



“Un individuo no debe matar. Si mata, es un criminal, un asesino. Si esto mismo lo hacen dos, diez o cien personas, también son asesinos. Sin embargo, un Estado o una nación puede matar todo lo que le venga en gana, y esto ya no será considerado como un asesinato, sino como algo grande y noble. Basta con reunir a muchos hombres para que la masacre de decenas de miles de personas se convierta en algo inocente. ¿Pero exactamente cuántos hombres son necesarios para que esto ocurra? He aquí la cuestión. Uno solo no puede robar, saquear, pero una nación entera sí que puede. ¿Pero cuántos individuos son necesarios? ¿Por qué uno, diez o cien hombres no deben violar la ley de Dios, y en cambio muchos de ellos juntos sí pueden hacerlo?”.

¿Cuántos hombres son necesarios para que un crimen se convierta en virtud?
- Adin Ballou (defensor del pacifismo, el socialismo y el abolicionismo)

jueves, 10 de febrero de 2011

:: El enfado, nuestro peor enemigo ::



Hoy quería hablar acerca de algo recurrente en la vida de mucha gente. Se trata de algo que convierte a las personas en monstruos y que las aleja de sus seres queridos.
Estoy hablando del enfado.

Pero, ¿qué es el enfado? ¿un sentimiento? ¿una acción? En mi opinión, el enfado es un “escudo agresivo” que utilizamos cuando tenemos que enfrentarnos a una situación que no sabemos cómo manejar.
El enfado comunmente se produce frente a dos tipos de situaciones: cuando no se cumple lo que deseamos y cuadno nos enfrentamos a algo que no nos agrada y no sabemos cómo reaccionar.
En ambos casos, el enfado procede de la frustración al encontrarnos frente a algo que no nos gusta. Esto ya nos da una pista de la naturaleza del enfado: procede de nuestro interior. Esto es, no está causado por circunstancias o agentes externos, sino que es una reacción que nosotros “elegimos” poner en práctica.

Hay gente que se enfada con relativa facilidad, y se justifican diciendo que “tienen carácter”.
No dudo que por motivos biológicos (genes) o por experiencias adversas a lo largo de su vida haya gente que tenga más dificultades para combatir el enfado y el mal genio, pero eso no significa que no puedan superarlo y reaccionar frente a las adversidades de manera distina.
También existe la creencia de que el enfado es una reacción espontánea y que, por lo tanto, no se puede frenar ni controlar. Pues bien, creo que esto tampoco es cierto del todo. Si prestamos atención a nuestro interior cuando nos enfadamos con alguien, comprobaremos que el enfado se produce en varias fases.
En la primera se da el desacuerdo: estamos hablando de un tema con alguien y tenemos posturas diferentes. En la segunda, nos empezamos a molestar porque la otra persona intenta convencernos de que su postura es la mejor (o eso nos parece) y nosotros hacemos lo mismo con ella. Finalmente, nuestro orgullo se siente herido al no poder “ganar la batalla” con la otra persona, y nos enfadamos.
Estas fases previas al enfado podemos encontrarlas en la mayría de situaciones en las que aparece un coflicto.
El punto esencial para evitar el enfado en estos casos se encuentra en no pasar de la primera fase. En el ejemplo anterior en el que manteníamos una conversación con alguien y nos enfadábamos al tratar de convencerle de nuestra postura, tenemos que tener en cuenta que cuando debatimos con alguien lo importante es saber escuchar y respetar la opinión de los demás, al mismo tiempo que debemos explicar lo que nosotros pensamos con tranquilidad.
No se trata de convencer al otro de que nuestra postura es mejor (porque además puede ser que no exista una postura mejor que la otra), tan sólo se trata de exponer nuestros argumentos y de aprender y pasarlo bien con la conversación, en la medida de lo posible.
Por lo tanto, forma de evitar el enfado --> frenarlo en la primera fase.

En otras ocasiones (más complicadas), tal vez nos encontremos frente a alguien cuyo único objetivo en ese momento es darñarnos o molestarnos y, por lo tanto, no podemos hablar tranquilamente con esa persona.
Si no existe la opción de pedirle que se tranquilice y que nos hable con respeto, bastará con que nos demos la vuelta y nos marchemos. Pero no debemos marcharnos refunfuñando entre dientes o reprimiendo nuestro enfado, sino simplemente pasando del tema.
Debemos ser conscientes de que no se puede hablar civilizadamente con personas así y, por lo tanto, lo mejor que podemos hacer es pasar.
Evitar o combatir el enfado no significa reprimirlo.
Si nos enfadamos con alguien y para evitar la pelea nos marchamos, pero seguimos dándole vueltas al tema en nuestra cabeza o acumulando rabia, no lo estamos combatiendo bien. Es un punto a nuestro favor que hayamos sido capaces de evitar un conflicto con esa persona (porque así hemos evitado el futuro sufrimiento de los dos), pero no nos hemos librado del enfado.
Llegados a este punto, ya es un poco tarde para evitar el enfado en la primera fase, así que nos centraremos en hacerlo desaparecer.
En primer lugar, debemos dejar de pensar en el tema. Si no lo hacemos, el enfado no solo persistirá, sino que aumentará.
Seguidamente podemos realizar cualquier actividad que normalmente nos distraiga y nos divierta (jugar al ordenador, escuchar música, salir a correr, etc.). Si eres una persona activa y estás acostumbrad@ a hacer actividades bastante dinámicas, quizá lo más aconsejable sea hacer deporte. Si, por el contrario, eres una persona más tranquila y relajada, posiblemente te ayude realizar alguna técnica de relajación (con música o sindos de la naturaleza, por ejemplo).
En cualquier caso, lo importante es “pasar página” y olvidarnos del tema. Cuando hayamos dejado a un lado los sentimientos de frustración y rabia, y nuestra mente se haya calmado, veremos las cosas de una forma más clara y reguramente nos daremos cuenta de que la solución del problema que tuvimos con la otra persona no era tan complicada.
Al final del proceso siempre deberemos reflexionar acerca de lo mal que nos hace sentir el enfado (y podría haber sido mucho peor de seguir con el conflicto) y de lo importante que es frenarlo en la primera fase. Así podremos tener esto en cuenta para futuros posibles enfados.

Como he dicho al principio, el enfado surge frente a situaciones que no sabemos manejar de forma “constructiva”.
Hay un proverbio árabe que dice algo así como: “Si un problema tiene solución, ¿de qué sirve preocuparse?... Y si no la tiene, ¿de qué sirve preocuparse?”
En el caso del enfado es parecido. Demos tener en cuenta que, nos enfademos o no, la situación desagradable no va a cambiar (o, en todo caso, a peor). ¿Entonces de qué sirve pasar un mal rato enfadándonos?
En mi opinión, creo que existen otras muchas formas constructivas y diferentes de enfrentarse a un conflicto:
- Opiniones contrarias --> respeto y evitar el intentar convencer al otro de que nuestra postura es la mejor.
- Insultos, ataques personales, agresividad verbal --> hacerle saber que no seguiremos con la conversación si no se relaja; sino es posible, directamente nos marchamos.
- Se nos estropea el ordenador --> son cosas que pasan normalmente con los objetos inanimados; lo llevamos a reparar y listo.

El enfado nos convierte en algo que no somos realmente. Nos empuja a decir y a hacer cosas que dañan a otros y de las que podemos estar arrepintiéndonos mucho tiempo.
Nos aleja de las personas a las que queremos y, en definitiva, nos aísla del mundo y nubla nuestra visión.
Frente al enfado, sabiduría.
Frente al conflicto, paz.
Todo lo importante en esta vida requiere ser trabajado día a día; nada se consigue espontáneamente. Por eso, empieza trabajando hoy para evitar enfadarte mañana :)

PD: Por último, me gustaría recomendaros un libro titulado Cómo superar nuestros problemas humanos, de Gueshe Kelsang Gyatso (edit. Tharpa). En él se trata el tema del enfado más profundamente desde la ideología budista, pero explicado de una manera muy clara y amena.
Este libro me ha ayudado a comprender la naturaleza del enfado y las formas de combatirlo, y por eso creo puede ayudar a otro mucha gente a comprender que el enfado puede ser superado.